Raúl Vacas nació en Salamanca en 1971. Es
licenciado en Ciencias de la Información y
Diplomado en Educación Social. Ha obtenido los premios de “Letras Jóvenes de
Castilla y León” de poesía con las obras Confieso que he fumado (1996), El calor de los labios a solas
(1997) y El imán de la muerte (1998), y el Premio de la Academia Castellano-Leonesa de Poesía
por el libro Proceso de amor
(Mar Adentro, 1999).
También ha publicado la plaquette Corte y
Confección junto con Isabel Castaño, Al
fondo a la derecha (una recopilación de artículos de opinión publicados en
Tribuna Universitaria) y los libros Consumir
Preferentemente (Anaya, 2003) y Esto
y ESO (Edelvives, 2010). Ha
realizado tareas de edición, animación y gestión cultural en colaboración con
medios de comunicación y revistas literarias. En la actualidad coordina e
imparte talleres de escritura creativa especialmente dirigidos a la animación a
la lectura y la escritura a los jóvenes en colaboración con bibliotecas e
institutos.
Es un honor tenerle con nosotros en este recital.
BORRACHOS, GO HOME
Era de noche y me encontré al poeta. Estaba
tiritando
de inédito.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA: El ladrón de
atardeceres.
Sólo nos queda recoger los abrigos
y los cadáveres tristes
y salir de puntillas a la
noche.
Después recordaremos nuestros
ojos y la electricidad
y tus mejillas tiernas y el
ruido de los vasos.
Y porque tú no te vayas me
beberé la luna
en dos segundos,
pasearé a tu lado sin hablarte,
rebañaré los bordes de tus
labios
y escarbaremos el mar y nuestra
ropa.
Sólo nos queda en esta noche
una canción de cuna
un calendario roto, una mentira
más y veinte duros
para arreglar el mundo antes
del lunes.
Sólo nos queda tu tabaco de
pipa y un papel,
y un poema en barbecho,
y una guerra en Kosovo,
y una deuda en tu cama,
y una bomba en el pecho,
y una sed repetida
y un sueño sin hinchar.
Pero nada me importa si me
quedo contigo,
mirándote nublado,
recorriéndote loco y dactilar,
arrimado a tu blusa y a tus
pendientes azules
y a tu vida,
llenándome de ti, llorándote,
aprendiéndote,
mojándote,
mientras miramos
el cielo sin brillantina
alguna,
mientras contamos balcones
y cigüeñas dormidas
y pistachos.
Sólo nos queda una pared sin
estrenar
y una pregunta
y una ambulancia negra por las
calles
y una lata de alubias,
y el zumo de naranja de las
sirenas.
Pero nada me importa, como
antes,
si te llamo despacio, sin
sufijos,
si te aprieto la angustia
con el dedo meñique
y te borro los labios con mis
besos oscuros.
Y así, después de apalabrar los
bares
y caminar torcidos
te llevaré a buscar en la
basura,
te llevaré a soñar en los
cajeros
y a gritar en las plazas sin
farolas
hasta que llueva a plazos.
Sólo nos queda en esta noche un
charco sin abrir
y tu portal sin ascensor y sin
bombillas
y tus pecas impares
y la guerra de Kosovo
y una deuda en tu cama
y una bomba en el pecho
y una buena disculpa
cuando llegue a mi casa
y te sueñe descalzo.
Pero nada me importa si me
dices tu nombre,
si me enseñas tus uñas,
si te quitas la falda,
si te quedas conmigo.
(De Proceso de amor)
No hay comentarios:
Publicar un comentario